VacaCop y Chapardo

Archivo #11 lado A

Archivo #11 lado A

Aquí encontramos una de las primeras caricaturas de Supervaca, aunque no justamente LA primera, pero da igual. Por si todavía no cayeron, se supone que es una parodia de "Robocop". Es de notarse que en estas tempranas caricaturas del vacuno amigo las proporciones de su cuerpo (en especial la relación brazos/torso/piernas) eran las estándares para un ser humanoide, hecho atribuído principalmente a que el poder de observación de Walter aún estaba en pañales, y por ende sus habilidades de caricaturista eran algo más primitivas.

Más abajo se puede ver a Chapu caricaturizado como Guepardo de los X-Men. Nótese que las garras están formadas por útiles escolares, esto es porque en aquel entonces a Chapu se lo asociaba con la figura que normalmente se denomina en el ámbito escolar como "traga" (o tragalibros). El tiempo se encargaría de mostrarnos lo equivocados que estábamos...

Pero no podemos terminar esta reseña sin mencionar el espectacular dibujo al lado de Vacacop. Encontramos aquí el primer destello de arte abstracto en la carrera de este brillante ilustrador. Si bien algunos críticos afirman que se trata de un manchón, producto del tachado de algún otro boceto mal hecho, es notable la claridad con la que se vislumbra la cosmovisión del artista en los trazos de marcada orientación vertical, significando indudablemente la polaridad de la naturaleza del hombre como un ente que busca la satisfacción de sus metas espirituales en los trazos ascendentes, para al poco tiempo descender en brusca forma a sus instintos más primitivos, de naturaleza animal. Es esta intrincada relación ser superior/bestia (representada a su vez por la intrincada red que conforman los trazos) la que da al ser la complejidad que se denota en la cantidad de repeticiones del movimiento ascendente/descendente del espíritu en un ciclo en el que no puede encontrarse o distinguirse principio ni fin, llevando así a la concepción de la idea del alma humana como algo infinito, que no comienza ni acaba, y que simultanea y contradictoriamente ha de haber tenido un inicio (pues la existencia de los trazos así lo demuestran) y un final (ya que el dibujante ha concluído la obra, y no se encuentra dibujándola eternamente). La presencia de zonas más claras y más oscuras trasciende la explicación racional para encarar y establecer directamente una estrecha conexión entre el observador y el dibujante, transmitiendo así potentes imágenes que se proyectarán en las mentes de uno y otro para llevar la conciencia humana a un plano evolutivo superior.

O tal vez sólo haya sido un manchón.

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