Chapuman III

The last crusade

Mientras CHAPUMAN y sus amigos estaban en el manicomio, alguien, muy lejos de allí, se entrenaba para rescatarlos: podía hacer 100 bolitas en 70 segundos; podía correr a 25 km/h.; podía hacer cientos de flexiones de brazos con un solo dedo y, si no había viento, ni siquiera necesitaba los brazos. Seguramente ya sabrán de quien estamos hablando. Sí, adivinaron, es ¡SUPERVACA!. Enseguida, SUPERVACA salió corriendo a gran velocidad, sin detenerse, atravesando la pampa espesa y llena de yuyos. Se desplazaba con gran destreza, esquivando las zanjas y saltando sobre cualquier bicho que se interpusiera en su camino.

En el manicomio, todo estaba tranquilo: CHAPUMAN y CAT-MAN ya se habían resignado a que nunca más volverían a tocar una máquina de videos. NARIGMAN, en cambio, se imaginaba que jugaba al tetris con las piezas que había armado con los RASTI. Todo transcurría en la mas absoluta calma, hasta que, de pronto, un temblor sacudió todo el lugar. Las antenitas de vinil de CHAPUMAN (algo gastadas por el uso) detectaron la presencia de su salvación, SUPERVACA, quién tumbó una pared completa de un puñetazo, aplastando (sin querer queriendo) a CHAPUMAN. En un abrir y cerrar de ojos, nuestro vacuno amigo le quitó el chaleco de fuerza a CAT-MAN. Enseguida vio que CHAPUMAN intentaba salir de abajo de la pared, y justo cuando estaba por lograrlo, llegaron los enfermeros, que se pararon sobre la pared y lo aplastaron de nuevo. Entonces, SUPERVACA vio que sobresalían por debajo de la pared las antenitas de vinil, las tomó y tiró con fuerza hasta sacar completamente a CHAPUMAN. Los enfermeros intentaron atacar, pero NARIGMAN estornudó, dejando esparcido sobre el piso un moco verde, donde quedaron pegados los pobres desgraciados.

Pero no tardaron en llegar los refuerzos, así que nuestros "héroes" salieron corriendo con la esperanza de encontrar otra salida. Los enfermeros los perseguían, y aparecían en todos lados como hongos, multiplicándose a cada paso. Al fin, dieron con un estrecho corredor que terminaba en una puerta.

—Debe ser la salida —dijo CHAPUMAN—. ¡Síganme los buenos!

Corrieron con todas sus fuerzas pero, para su decepción, cuando llegaron vieron que esa no era la salida, sino el baño. Se metieron adentro y cerraron la puerta. Al ver que los tenían acorralados, los enfermeros llamaron a un colega suyo: el CABEZABOTÓN, quien se puso a darle cabezazos a la puerta. SUPERVACA intentaba contenerlo, ya que la puerta no resistiría mucho. Mientras tanto, NARIGMAN, CAT-MAN y CHAPUMAN se rebanaban los sesos tratando de encontrar una salida, pero no se les ocurría nada. SUPERVACA estaba cediendo. La puerta sería derribada en poco tiempo. Ya todo estaba perdido, pero...

—Escuchen —dijo CAT-MAN—, ¿no oyen como el eco de una risa?

En efecto, de los caños provenía el eco de una risa histérica, que poco a poco se acercaba más y más. Y, de golpe, salió del inodoro...

SUPER MATAR BROS.

—Vengan muchachos —dijo SUPER MATAR BROS.—, súbanse al inodoro.

Así lo hicieron los tres amigos, pero SUPERVACA se negaba a ir.

—Sálvense ustedes —decía—, yo cubriré su retirada.

Entonces CHAPUMAN lo agarró de la cola y, casi instantáneamente, SUPER MATAR BROS. tiró de la cadena, siendo chupados todos por el caño. Acto seguido, el CABEZABOTÓN irrumpió violentamente en el cuarto y se fue de cabeza contra el inodoro, quedando trabado a causa de su gran melón.

Horas después de esto, nuestros héroes salieron del pozo ciego, y se pusieron a caminar por las calles porteñas, tratando de pasar inadvertidos. Esto último no fue nada fácil, debido a que el revoloteo de las moscas a su alrededor hacía que la gente volteara a verlos, y se tapaban la nariz. Tomaron la decisión de irse de la provincia de Buenos Aires, ya que allí los estaban buscando. Ya a la noche, estaban en Retiro. Planeaban tomarse el primer tren, micro o lo que sea que vieran. Estaban esperando tranquilamente cuando oyeron unos gritos. Se dieron vuelta y vieron que uno de los enfermeros del manicomio, muy alto y gordo, los estaba persiguiendo con una red enorme. Sin dudarlo, CAT-MAN juntó toda la mugre que tenía debajo de las uñas, formando una bola del tamaño de una pelota de fútbol, y se la tiró a la cara. Mientras el enfermero intentaba sacársela, salieron todos corriendo y pegaron un salto increíble, para finalmente caer en el techo de un tren que se estaba yendo.

Kilómetros más adelante, los cinco amigos estaban a salvo por fin. Y todo hubiera marchado sobre ruedas de no ser por un estúpido túnel que debieron atravesar. Sólo lo atravesaron CHAPUMAN (porque era muy flaquito) y SUPER MATAR BROS. (porque era muy petiso). Los demás, quedaron pegados en la entrada del puente. Cuando salieron del mismo, decidieron tirarse, pero CHAPUMAN se quedó pegado a un chicle que había en el techo (andá a saber como llegó hasta ahí), y se perdió en el horizonte con rumbo desconocido. Dos kilómetros más adelante, el tren descarriló y explotó la carga de uranio que llevaba, muriendo casi todos los pasajeros.

Los pocos sobrevivientes (que quedaron deformados a causa de la radiación), cuentan que, antes de descarrilar, vieron a CHAPUMAN tratando de bajarse del tren por un costado, pero metió la pata sobre la vía y, cuando las ruedas del tren la pisó se descarriló.

Desde entonces, nadie a vuelto a ver al más grande de los superhéroes de todos los tiempos: Bat-Man (y tampoco se volvió a ver a CHAPUMAN, pero ése no es un sueperhéroe).

Luego de ese nefasto día, NARIGMAN consiguió un importante cargo en una empresa que hace dibujos animados: es el encargado de limpiar los pisos; SUPERVACA se retiró a vivir al campo; SUPER MATAR BROS. obtuvo trabajo en un gimnasio: él es el puching-ball que usan los boxeadores para entrenar; por último, CAT-MAN se la pasa jugando al Mortal Kombat, en memoria de su amigo, el desaparecido... CHAPUMAN.

¿FIN?

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